Os seré sincero, Halloween es una fecha que no me importa en absoluto pero oye, es una vez al año así que vamos a hacerle honor con una pequeña historia que no da miedo ni asusta. Espero que os entretenga:

Mi padre se llamaba Elend y era leñador, vivía a las afueras de la ciudad junto con mi madre que se dedicaba a la agricultura. Los dos vivían en una cabaña de maderas agrietadas y chirriantes a las afueras de un pequeño pueblo, rodeada de un gran bosque.

Nací el 10/10/1996 en un jueves lluvioso y frío a base de llantos y primeras bocanadas. Mi infancia y la adolescencia la pasé solo, la gente veía raro que alguien viviera en una cabaña y tuviera unos padres con tales trabajos así que preferían alejarse de mi.

Todo cambió cuando me mudé de esa cabaña sucia y mugrienta a una gran ciudad para convertirme en cocinero.

Después de seis años volví porque mi padre me había dicho que dos figuras de aspecto sombrío le estaban acechando y desde ese momento estaban apareciendo extrañas orugas que se comían los árboles por dentro, como si estuviesen quitándoles la vida poco a poco y disfrutasen de su agonía callada.

La cabaña seguía igual pero los colores del bosque habían envejecido, los árboles estaban torcidos, secos y formaban figuras extrañas. El susurro del viento entre las hojas caídas y el crujir de las ramas hacían una orquesta espeluznante en los ecos del silencio.

La puerta estaba abierta y no había nadie adentro. Miré alrededor y encontré a mi padre clavando el hacha una y otra vez donde cortaba la leña. Tenía la cara pálida, la mirada perdida y en su cabeza asomaba una oruga con un resplandor atemorizante. Se le estaba metiendo hacia dentro.

Muerto de miedo y con paso lento fui a ayudarle, agarré la oruga e intenté sacarla pero con cada estirón ésta se metía más adentro. Las manos me ardían.

Oí un ruido dentro de la cabaña, sin saber qué me encontraría fui a ver qué era. Cuando entré los ruidos eran más fuertes y las manos me quemaban aún más.

Los golpes procedían del baño, mi madre estaba golpeando la puerta una y otra vez contra la pared. Tenía la cara pálida, la mirada perdida y en su cabeza asomaba otra oruga.

Corrí a la cocina a coger un cuchillo para intentar matar a esas criaturas resplandecientes. Al llegar, encontré uno ancho y afilado. Fui a él, lo cogí y noté que algo me caía en la cabeza. Era una oruga. Quería quitármela de inmediato pero mi cuerpo no me hacía caso. Caminé hacia el mueble y comencé a darle golpes con el cuchillo.

Autor: Sherlock.

Es una historia extraña pero está muy bien, aunque me hubiera gustado saber el por qué de esas orugas y cómo acaba todo D;

Muy bien la Historia :)

Acaban todos locos como se puede leer :p

Parece que la historia se quedó a la mitad, yo me habría ido de la casa en vez de enfrentarme después llamas al ejército ;D

Jajaja una historia interesante y poco rara, pero muy buena. Tienes talento en la redacción, lo sabes.

Creo que al Departamento de Moderación habría que cambiarle el nombre por "Departamento de Literatura", porque últimamente os ha salido la vena escritora, jeje.

Sobre la historia decir que me parece un poco rara, porque al ser corta hay algunas cosas que no quedan bien explicadas, aunque el tema me ha gustado y podría dar para escribir un libro de ficción interesante.