Utilizamos cookies propias y de terceros para mostrar publicidad, contenido personalizado y ofrecer nuestros servicios. Al navegar por la web consideramos que acepta el uso de cookies. Más información
434
Entrar
1
#MisteryPosts - Edición 1 Publicado 11-11-2014 19:50:14 | Editado 11-11-2014 20:55:58
TheNick!
Fan de lo paranormal

Mensajes: 43

Despues de un tiempo de mis posts vengo con los nuevos posts que os anuncie hace tiempo. ¡Llegan los #MisteryPosts! En esta edicion empezaremos con una cosa que seguramente os suene mucho ¿Alguna vez te has preguntado de que viene la famosa frase que seguramente te habran dicho de pequeño "Que viene el hombre del saco"? Pues seguid leyendo esta historia porque aquel hombre del saco viene de aquí:
¿A quién no le han dicho alguna vez aquello de “Que viene el hombre del saco”?
Los personajes de los que aquí vamos a hablar bien podrían proceder de una historia de terror, pero en algunas ocasiones, la realidad supera la ficción.

Todo ocurrió en un pueblecito almeriense llamado Gádor, ubicado en las faldas de la sierra de su nombre, con un paisaje único de huertas de cí­tricos y desiertos deslumbrantes. Un pueblo que contaba con una Historia rica por su tradición morisca, pero que desde principios del siglo XX será conocido principalmente, por albergar entre sus vecinos al “hombre del saco” y a su séquito.

La tarde del 28 de junio de 1910, los padres de Bernardo González Parra, un niño de 7 años del pueblo de Gádor, empezaron a preocuparse por la ausencia de su hijo, que hacía horas que debería haber llegado a casa. Por ello, inmediatamente comenzaron a buscarlo por el pueblo y los alrededores, pero a Bernardo parecía habérselo tragado la tierra. Al caer la noche y el niño no regresar, decidieron acudir a la Guardia Civil, que trabajó toda la noche, junto con los vecinos del pueblo, en la búsqueda del pequeño, pero sin hallar rastro.

A las cuatro de la tarde del día siguiente, Julio Hernández Rodríguez, un vecino del pueblo apodado como “el Tonto”, acudió al cuartel de la Guardia Civil diciendo haber encontrado el cadáver destrozado de un niño en un barranco. El cadáver pertenecía al pequeño Bernardo, al que se le habían practicado varias mutilaciones y se le había tapado con piedras en el Barranco del Pilar, un lugar situado a 5 km de Gádor, en el término municipal de Benahadux, aunque todo apuntaba que el asesinato no se había producido allí.

El cuerpo, tal como consta en la autopsia, presentaba las siguientes lesiones:

“Heridas múltiples en la cabeza, con rotura de huesos, algunos de cuyos trozos se introdujeron en la masa encefálica, producidas por un cuerpo contundente, como piedra, palo y otro cuerpo duro, manejado con bastante fuerza. En la axila izquierda el cadáver presentaba una herida profunda producida por arma punzocortante, que mide cuatro centímetros de longitud, arma que manejada de abajo a arriba dio ocasión a que su punta saliera por el hombro, donde produjo una herida de dos centímetros. En el vientre existía una herida de bordes limpios debida a arma cortante, que empezando más arriba de la boca del estómago, terminaba en el pubis. Los intestinos aparecían al exterior y estaban cortados por el duodeno, como a tres centímetros de su salida del estómago, y por el recto. Todo el colón ascendente, transversal y descendente apareció en absoluto desprovisto de epiplón y grasa. Falta todo el peritoneo, del cual no aparecen ni vestigios. El hígado está íntegro, así como el diafragma y todas las vísceras de la cavidad pectoral, razón por la que se deduce que el niño murió a consecuencia de las lesiones causadas en la cabeza, y que después de su muerte le fue abierto el vientre.”

Los hallazgos parecían indicar que la muerte de Bernardo era producto de hechos de brujería y supersticiones. El primer sospechoso, tanto para la Guardia Civil como para los vecinos, fue Francisco Leona Romero, de 75 años de edad, barbero y curandero de profesión, que era conocido por haber realizado numerosas fechorías de las que había salido indemne debido a los lazos familiares que le unían los caciques del pueblo. Aunque tenía coartadas que indicaban que no estaba implicado en la muerte del pequeño, corroboradas incluso por algunos vecinos –posteriormente se sabría que habían sido sometidos a presiones por parte de los caciques-, la Guardia Civil decidió detenerlo. Leona, por su parte, culpaba de la muerte “al Tonto”, que también sería interrogado después de que se presentase un vecino en el cuartel para dar parte a la Guardia Civil de que Julio Hernández le había contado que había visto, escondido tras unos matorrales, como el barbero había descuartizado al chico. Finalmente, sería Julio el que confesase que era cómplice del crimen, pero indicando que había sido Leona el autor material del mismo.

La superstición que originó el Infanticidio de Gádor

Todo comenzó cuando Francisco Ortega, “el Moruno”, fue diagnosticado de tuberculosis, una enfermedad de la que no se conocía cura y que llevaba a los enfermos al aislamiento. Ante esta perspectiva, Francisco decidió acudir a la curandera Agustina Rodríguez González, que tenía fama de conocer remedios realizados a partir de plantas y animales. Agustina, junto con Francisco Leona, le propondrían un remedio que decían ser caro -3.000 pesetas de la época- pero infalible: “Es necesario que te bebas la sangre de un niño robusto y sano; pero la sangre tiene que estar caliente, según vaya brotando… y luego tendrás que ponerte sus mantecas en el pecho como una cataplasma.”, a lo que el tuberculoso se negó en un primer momento por miedo al castigo divino, pero tras este leve titubeo, aceptó: “Mi salud antes que Dios, ¡qué coño!”.

Los curanderos serían los encargados, junto con el hijo de Agustina, “el Tonto”, de buscar al pequeño que le devolvería la salud a Francisco. Así, el 28 de junio de 1910, Leona y “el Tonto” fueron a buscar a un pequeño, y el raptado sería Bernardo, que se había alejado de su madre. Tras administrarle Leona cloroformo en un pañuelo, transportaron al pequeño metido en un saco al cortijo de San Patricio, un lugar alejado, donde esperarían, haciendo los preparativos, Agustina, su hijo José Hernández Rodríguez y su esposa, Elena Amate Medina.

Una vez que llegó “El Moruno”, sacaron a Bernardo del saco, despierto pero aturdido, ya que le habían dado numerosos golpes para acallar sus gritos, y le realizaron un corte en la axila con una navaja para sacarle sangre. El pequeño seguía vivo, ya que, con los movimientos, el desangre era más rápido, tal como habían aprendido de los animales. Mezclada con azúcar, Ortega se bebió la sangre antes de que se enfriara, mientras, dicen, repetía “Mi vida antes que Dios”. El pequeño Bernardo, aún con vida, fue trasladado en el saco al Barranco del Pilar, donde Leona fue asesinado por Leona con una gran pedrada en la cabeza, tras haber realizado “el Tonto” numerosos intentos insatisfactorios. Posteriormente, Leona abrió el vientre del niño y le extrajo la grasa y el epiplón, y lo envolvió todo en un pañuelo para dirigirse a la casa de Ortega, donde le pondría sobre el pecho “las mantecas” del pequeño. Delirante, contaron los vecinos, se le oía exclamar al tuberculoso: “¡siento cómo me da vida!”.

La traición que desveló el crimen

A cambio de la ayuda de Julio, “el Tonto”, le habían prometido cincuenta pesetas para comprarse una escopeta nueva, con la que, según dice la leyenda, mataba pajarillos y les arrancaba, aún vivos, la cabeza de un bocado. Sin embargo, cuando terminaron el ritual, Leona le dijo a Agustina que ese dinero lo tendría que pagar de su bolsillo y no del dinero que les había dado a cambio Francisco Ortega, tal como habían acordado. Ambos se sintieron estafados. Julio decidió vengarse contando que había encontrado al pequeño muerto mientras cazaba perdices.


El día 11 de agosto de 1910 se dictó la sentencia en la que se condenaba a Agustina Rodríguez Hernández (la Curandera), Francisco Leona (el Barbero-curandero), Julio Hernández (el Tonto) y Francisco Ortega (el Moruno) al garrote vil. José Hernández (el otro hijo de Agustina) fue condenado a diecisiete años de prisión. La esposa de éste, Elena Amate, y el padre –esposo de Agustina-, Pedro Hernández, que también habían sido arrestados, quedaron libres de cargos.

Finalmente, Francisco Leona murió en la cárcel por envenenamiento, seguramente para evitar que delatara otros crímenes similares de los que tenía constancia; Julio Hernández fue indultado por considerársele deficiente mental.

Con los años, según consta, en el Libro de Penados han ido desapareciendo documentos relativos a este macabro hecho, lo que se asocia a que las personas con lazos de parentesco con estos condenados quieren borrar la huella del “Infanticidio de Gádor”.

¡Nos vemos en el proximo post! Espero que les haya gustado :)
11-11-2014 20:53:10
wowobruno
TRADER H-H

Mensajes: 362



muy buena info,me gusto
11-11-2014 21:15:48
asentamiento1
:D

Mensajes: 364

Muy interesante, no tenia ni idea de esta historia. No sabía que venia de esto.
11-11-2014 22:26:09
Serte-B4n
www.habbo-happy.net

Mensajes: 19

Ahora compruebo que el hombre del saco era real :s
11-11-2014 22:50:58
Javivila
Todo lo que empieza tiene su final

Mensajes: 2597

Me alegro de que sigas con estas historias tras Halloween. Ahora no tengo tiempo de leerla, pero mañana te doy mi opinión.
12-11-2014 00:20:04
Luu
~ Somos arena en un reloj.

Mensajes: 3692



Pf.. menuda historia jajaja no la conocía. Me ha parecido muy interesante!
12-11-2014 16:20:10
TheNick!
Fan de lo paranormal

Mensajes: 43



Espero que os guste, si sabeis de algun misterio real pueden decirme por mensaje privado y así me dan ideas para el proximo post.
12-11-2014 22:15:50
lAbeja
Cuerpo eléctrico.

Mensajes: 1004



Ahora ya conozco la historia pff... qué gentusa.
18-12-2014 23:33:51
franncis804
Vendedor de helados de carne

Mensajes: 390



jeje que lio aqui
1