El cuadro de hoy es cuanto menos curioso, viene de la mano de
Massaccio o Tommaso di ser Giovanni di Mone Cassai. Un reconocido pintor del Renacimiento Italiano que murió muy joven, a los veintiséis años.
Su obra es
El tributo de la moneda, aunque se le conoce por distintos nombres. Es uno de los muchos frescos que realizó en la Capilla Brancacci, en la iglesia de Santa María del Carmine, representando episodios de la vida de San Pedro.
El fresco en cuestión es como un collage de tres fotos y en cada una, Massacio ha representado un momento concreto de la escena que quiere contarnos. Y es por eso que hay personajes que se repiten.
Para ponernos en contexto: Jesús y sus discípulos quieren entrar al templo de la ciudad, pero tienen que pagar un tributo para ello.
¿Cómo lo representa Massaccio? Sencillo, así:
En la parte central
(1) representa a Jesús junto con sus discípulos y vemos a una persona de espaldas hablando con Pedro. Ésta es el recaudador de impuestos que les está pidiendo el dinerico. ¿Y qué hace Jesús? ¿Pagar de su propio bolsillo? Nop, manda a Pedro al río para que pesque un pez.
En la parte izquierda
(2) vemos al pobre Pedro sin túnica recogiendo un pez, en el cual, milagrosamente encuentra la moneda que necesitan.
Por último, en la parte derecha
(3), Pedro da al recaudador el tributo que había pedido.
Todo ello nos lo cuenta a través de una composición cerrada y simétrica, con un ambiente de tonos fríos y de pobre vegetación. Lo más curioso es que a pesar de que hemos visto un milagro, Massaccio no duda en dejarlo en segundo plano para dar más énfasis a Jesús, poniéndolo como figura principal, rodeándolo de sus discípulos y bañándolo con toda la luz posible. Además, de ser el punto de fuga.
Como opinión personal, más allá del tema que representa, que puede gustar más o menos. Lo bonito de las pinturas de este estilo es cómo narran historias en una misma obra representando las diferentes acciones que hace cada personaje o uno en concreto. Son como películas vistas a través de muchas fotos. Y este es el motivo por el cuál os enseño este fresco, no sólo para que apreciéis cómo pintaba Massaccio (que talento no le faltaba), si no, para ver la magia de cómo se cuenta la historia.
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