La salud mental fue y, desgraciadamente continúa siendo, tema tabú en infinidad de ambientes y situaciones. Ya sea por reglas sociales estrictas, miedo al rechazo, incapacidad de hacer frente a la problemática, etc.

Ciertamente, aunque llenemos al contrario de palabras de afecto y ánimos, en ocasiones no sabemos cómo intervenir y ni siquiera podemos entender qué pensamientos inundan la cabeza de esa persona. Precisamente, por esta misma razón los trastornos relacionados con la mente pueden convertirse en una auténtica pesadilla para quien los padece y también para el entorno del afectado.

Hoy vengo a explicaros cómo fue mi experiencia en lo relativo a la salud mental antes, durante y después de aquella pesadilla que consiguió terminar hace ya más de un año y medio.

Recordad: Si sentís que vuestros problemas os superan y no sois capaces de hacer frente a los mismos, solicitad ayuda profesional. En caso de que ello pueda resultar dificultoso, intentad expresar vuestro sufrimiento al entorno más directo; ellos, aunque algunas veces puedan frustrarse por la situación, serán un importante soporte y os ayudarán a contactar con especialistas.

El intervalo comprendido entre los años 2018 y 2021 fue vacío para mí. Una serie de circunstancias personales, que se fueron acumulando en el tiempo y constituyeron su máximo apogeo en 2019, me produjeron lo que nunca imaginaría que llegaría a mi vida: Depresión.

Depresión, esa palabra que escuchamos diariamente y que se ha convertido en el día a día de millones de personas alrededor del mundo. Algunos la temen, otros la ignoran... su situación es más que ambigua. Este trastorno, como ya he comentado antes, aterrizó en mi vida ya cumplida la mayoría de edad. No era una situación cualquiera, se trataba del Trastorno Depresivo Mayor, una enfermedad altamente incapacitante y que produce un terrible dolor emocional en quien la sufre. Sumado a esto último, también me fue diagnosticado un trastorno de ansiedad. Ambos producían la combinación perfecta y, como si fueran una bomba de relojería, me hicieron experimentar los años más oscuros de toda mi juventud y, probablemente, vida.

Hubo que emplear, además de la ya imaginable psicoterapia, medicación en altas dosis. Esta medicación, que por lo general suele contar con ciertos efectos secundarios nada deseables, te mantiene en un largo estado de letargo. El inicio fue terrible, dado que algunos síntomas del TDM se amplificaron y comenzó lo que más temor me generó siempre: La ideación suicida y autolesiones. Sentía que, desgraciadamente, no existía otro camino que aquel.

La desesperación de mi entorno era tangible todos los días y el miedo constante de que pudiera terminar con mi vida o hacerme un daño físico severo crecían con los meses. Esto desencadenó en la administración más alta posible de la dosis que me habían prescrito con la medicación. Los días, bastante monótonos por regla general, eran cada vez más oscuros.

El Trastorno Depresivo Mayor no solo destruyó la persona que siempre fui años antes de que llegase, sino que también arrasó con mi futuro académico. Mi mayor sueño, llegar a la universidad y convertirme en ingeniero informático, desapareció de mi mente. Me quedé a las puertas mientras que, para mayor rabia, veía progresar a todos los que me rodeaban (o eso creía yo, pues la distorsión de la realidad es muy común en las depresiones).

¿Qué podía hacer, entonces, una persona como yo en aquel entonces? ¿Cuál era el futuro que me esperaba? La terapia y medicación eran de ayuda, pero no lograba alcanzar aquel estado tan anhelado: Curarme de aquella enfermedad tan terrible y sumamente mortal en muchos casos, aunque sea doloroso escribirlo.

Mis noches eran infernales. Lloraba desconsoladamente durante horas, solo quería dormir por el día, me levantaba con los ojos completamente hinchados, no me apetecía continuar viviendo y, sobre todo, no podía dejar de observar la rabia que sentían todos mis seres queridos por ser incapaces de ayudarme a progresar.

No obstante, y aunque ellos pensaran que no contribuían, lo hacían. De hecho, fueron uno de los pilares que me ayudaron a levantarme. Y es que, a finales de 2021, comencé a observar cómo mejoraba. Tantos meses de la peor medicación posible, psicoterapia, actividades con seres queridos, luchas internas, reflexiones... me ayudaron. Empecé a comprender y analizar lo que me ocurría y, desesperadamente, no dejaba de crear pequeñas metas en mi día a día: Porque sí, una actividad tan sencilla como levantarse de la cama, peinarse o lavarse la cara pueden representar un gran desafío para personas con depresión.

Comencé, finalmente, a vislumbrar el amanecer. No se produjo repentinamente, sino que fueron una serie de factores los que produjeron un avance progresivo hacia, como yo lo denominaba en aquella época, el levantarse de las ruinas.

2021 me permitió muchas cosas, entre ellas retomar mis estudios gracias a la formación profesional (voy camino de ser administrador de sistemas en el futuro y técnico de redes) y actualmente continúo una Larga Marcha hacia este objetivo. 2022 también fue un año increíble, pues mi tratamiento farmacológico finalizó, obtuve mi primer empleo, concluí el primer año de formación profesional en informática, etc. Fueron casi cuatro años sumido en el caos.

Otro elemento que me ayudó mucho en la superación de mi trastorno, además de todos los mencionados en los anteriores párrafos, fue comenzar a ver animación japonesa, o lo que es lo mismo, anime. Me abrió las puertas a un nuevo mundo y, aunque pueda ser insignificante para muchas personas, significó que existiera un motivo por el que continuar viviendo para mí. Es por ello por lo que guardo un especial cariño a los amigos que me introdujeron a ese mundo, así como a determinadas series que pude visualizar en los inicios.

El penúltimo elemento es mi amor hacia la cultura china y todo lo que envuelve a la República Popular China en la actualidad. Aunque llevo años desarrollando este interés, significó otro motivo para seguir luchando hacia un nuevo amanecer: Visitar, en algún momento de mi vida, las calles de Pekín.

Para terminar, llegamos al elemento más importante de todos: Mis seres queridos, es decir, padres, amigos, familiares diversos... ellos estuvieron desde un primer momento acompañándome en este dura travesía. Una travesía de la que miles de personas no consiguen salir y abandonan, injustamente, nuestro mundo. Ellos son los que más me apenan, aquellos que no pudieron contarlo ni vislumbrar un nuevo amanecer.

La conclusión a la que quiero llegar con este hilo del foro es que, si conocéis a alguna persona en estas condiciones, le animéis a seguir adelante. Escuchadla todo lo que podáis, empatizad con ella y hacedle ver que no está sola. Se agradece mucho la ayuda pero, lo que sin duda es fundamental, es el saber escuchar. Sentir la presencia de un ser querido, en bastantes ocasiones, es más sanador de lo que muchos se podrían imaginar. Además, si es posible, ayudad a que acuda a profesionales de la salud mental. Son muy útiles, os lo garantizo y, aunque siempre estaré a favor de la psicoterapia antes que la medicación, cada individuo cuenta con necesidades muy concretas.

Haced ver a estas personas el poder que emana del colectivismo, la preocupación por ellos, empatía y el hecho de que juntos se puede alcanzar ese nuevo amanecer. Nunca abandonéis a alguien con estas terribles dolencias.


Finalmente, os comparto un esperanzador tema del compositor japonés Yuki Hayashi y el anime My Hero Academia, el cual hace referencia a aquello que podemos conseguir todos juntos y, sin importar la distancia, la ayuda que también podemos aportar a otros. Es, sin lugar a dudas, un tema que invita a no rendirse y a confiar en todos aquellos que nos aprecian:




Espero que mi experiencia os haya ayudado a entender un poco cómo funcionan estos trastornos y, ni que decir tiene, que estoy a vuestra absoluta disposición si alguna vez presentaseis alguna situación complicada, por la cual necesitéis hablar y, sobre todo, ser escuchados.

Es importante recordar que SÍ hay salida y luz al final del túnel.

Gracias a todos.

Gracias por compartir esta experiencia con nosotros, y me alegro mucho de que hayas podido salir de ello porque, como dices, no todo el mundo es capaz... La depresión es un tema muy importante y más común de lo que pensamos, del que poco se habla.

Yo también pasé por ahí sobre 2012-2014 pero no tan fuerte como en tu caso: no necesité fármacos pero sí acudía al psicólogo y a terapias. También a la mínima lloraba por todo, hubo una temporada que salir de la cama era un esfuerzo horrible, y en mi caso, también tenía varias discusiones en casa (me apoyaban en todo y estaban ahí pero, por como me sentía, admito que era un horror convivir conmigo). Sentí lo que tú en los estudios, viendo cómo la gente progresaba mientras yo me sentía "estancada" cosa que hizo que empezara varias cosas dejándolas a mitad, pero finalmente igual que tú, empecé también con grados de informática y ahí sigo!! He de decir que en mi caso también me ayudó mucho el entrar en el equipo de HH en 2014, era una forma de distraerme y de comenzar a volverme a sentir útil haciendo algo que descubrí que me encantaba: redactar.

A lo mejor hay gente que no ve todo este tema para tanto, pero puedo confirmar que lo es, y más si además es en casos más pronunciados como el tuyo. Mucho ánimo en todo Piab, y una vez más, me alegro de tu recuperación!!!

Mil gracias por compartirnos tu experiencia, Piab, aunque mucha gente no lo crea es muy necesario hablar abiertamente de estas cosas porque por desgracia sigue siendo un tema que much@s no comprenden, que desconocen, motivos de burlas, etc.

No sabes cuánto me alegro de que hayas podido salir de eso y que hoy estés aquí con nosotros, compartiendo tu historia.

A mí también me tocó pasar por eso, de hecho, aún no estoy al 100, sigue siendo una lucha.
Por diversas cosas que se me juntaron fui diagnosticada con depresión y trastorno de ansiedad, primero fue generalizada, después se volvió agorafobia, y actualmente, además de la ansiedad generalizada también tengo ansiedad social.

En los momentos más duros de mi depresión fantaseaba con la idea del suicidio, con hacerme daño porque no encontraba motivos para seguir viviendo. Llegué al punto en que planeé fría y calculadamente mi muerte. Por azares del destino mi madre se dió cuenta de que yo estaba actuando “demasiado alegre y despreocupada” (una forma de enmascarar cómo me sentía realmente y mis intenciones) lo que hizo que se pusiera en alerta y me mantuviera vigilada 24/7
En medio de esto, en lo que esperaba una buena oportunidad para llevar a cabo mis intenciones conocí la cultura coreana, el kpop, los kdramas, y como a ti te pasó, en todo ello encontré un salvavidas, un incentivo para seguir. Me aferré a ese mundo, poco a poco me metí más en ello y fue una de las cosas que me ayudaron a salir de eso, a mejorar, además gracias a eso conocí a la que hoy en día es mi mejor amiga, uno de mis pilares.

El apoyo más importante y por el que hoy en día sigo aquí, contando esto son mis padres y mis amigos más cercanos.

En mi caso, sigo teniendo pensamientos intrusivos y momentos depresivos de vez en cuando y lucho día a día con mi compañera la ansiedad pero afortunadamente cuento con grandes apoyos ☺️

Espero que la gente pueda darse cuenta de lo realmente serio que esto es y no jueguen con ello ni con las vidas ajenas, porque SÍ, las palabras y actitudes de los demás adquieren muchísimo peso cuando uno tiene estas enfermedades mentales.

De nuevo, muchísimas gracias por hablar de este tema.
Me alegro muchísimo de tu recuperación, ¡a seguir adelante y darle con todo!
Un gran abrazo querido compi 🥰❤️

Alegra mucho leer que hay más personas que, como en tu caso 🤗, logran recuperarse de este tipo de situaciones y épocas. No son nada sencillas y dificultan cualquier tipo de progreso.

Después de todo, como nada consigue llenar a la persona que lo sufre, su vida se convierte en algo completamente errático y va de un lado para otro buscando estudios, aficiones o personas que logren llenar ese vacío. Luego, por desgracia, se abandonan y nos sentimos peor.



Muy duro esto, Aiza. La ansiedad social es otro de los grandes males de nuestro siglo, caracterizado especialmente por el sufrimiento que implica salir al exterior y relacionarse con otras personas. En mayor o menor medida, yo también la he experimentado. Es horrible sobrepensar todo lo que deseas hablar con los demás, generando además situaciones ficticias en tu mente y escenarios que jamás ocurrieron.

Me alegra que hayas encontrado motivos para continuar luchando y, sobre todo, pasatiempos que te llenen. Este tipo de enfermedades no son nada sencillas y, sin lugar a dudas, se sobrellevan mejor junto a personas que te comprendan. Cada día surge una nueva oportunidad para progresar y mejorar, eso no lo dudes. ❤️️