Se cuenta que un faraón y su esposa estaban desesperados. Llevaban mucho tiempo esperando tener un hijo que llenase el palacio de alegría y sucediera al faraón llegado el momento. Rogaron, rezaron e hicieron ofrendas a todos los dioses, hasta que al fin sus suplicas tuvieron respuesta y tuvieron un precioso bebe varón.

En Egipto cuenta la leyenda que hace muchos año, décadas, siglos que una momia revivió a la vida, y esa momia quería que todo el mundo se volviera momia así que hizo que muchos estuvieran momificado, pero la detuvieron y se la llevaron a la pirámide mas oculta de Egipto y ella espera la llegada de alguien para liberarse.

Cuenta la leyenda que el primer rey del antiguo Egipto era tan poderoso que llegó a darle vida a más de una esfinge. No contento cor esto, decidió convertir a todo aquel que se interpusiera en su camino en nada más y nada menos que en una momia. Y así lo hizo, llevándolos a cada uno a una habitación con un aspecto muy simular al de un calabozo. Allí su escalofriante secta se encargaba de alabarlo, pero ellos querían más de él, así que un día decidieron hacer que el rey no volviera a ver nunca más la luz. Se dice que solo fue cuestión de minutos para que su majestad fuera vendado de pies a cabeza, ahogado entre gritos de auxilio que jamás tuvieron una respuesta.

La historia dice que al construir la presa de Assuán tuvieron que cambiar la ubicación de los templos de Abu Simbel porque hubieran quedado sumergidos bajo las aguas, y esto se produjo en 1968. Uno a uno subieron los bloques en que se dividía el monumento y los colocaron en un emplazamiento más elevado y a unos 200 metros del río Nilo. Pero aquí viene la leyenda. Allá por el 1265 a.C., durante el reinado del faraón Ramsés II, los esclavos que trabajaban en la construcción del templo, sin saber que algún día se construiría en ese lugar una gigantesca presa, grabaron en las piedras unas inscripciones que decían en jeroglífico: “los templos del faraón y su esposa siempre estarán sobre la superficie del río sagrado”. Y pusieron las piedras con las inscripciones hacia adentro. Cuando los templos fueron movidos dicen que unos arqueólogos vieron estas inscripciones, pero como lo que importaba era salvar Abu Simbel y había mucho dinero en juego, no lo hicieron público y colocaron las piedras tal como estaban.